Tal vez el sutra que personalmente a mí más me llegó cuando estudiaba para ser profesora de yoga fue “controla tus palabras”. Para una persona explicativa por naturaleza, psicóloga, ser más bien telegráfica y no extenderme más allá de lo necesario parecía un esfuerzo sobrehumano, y bueno lo sigue siendo, en el momento caló hondo pero no solo porque era una debilidad… sino porque pude darme cuenta de lo valioso que era sintetizar.
El valor de lo breve era clave y ya lo decía buda 500 años antes de Cristo. Frases de grandes escritores a lo largo de la historia apoyan su valor: «La perfección se alcanza no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar» de Antoine de Saint-Exupéry; «El Adjetivo cuando no da vida mata» de Vicente Huidobro; «La brevedad es el alma del ingenio» de Shakespeare; ó «Todo cabe en lo breve; estrecho es el cerebro y cobija al pensamiento» de Alejandro Dumas. Pero tal vez el ejemplo más valioso e inspirador que tenemos en nuestra historia es el de Jesús, fue capaz de resumir una mirada de siglos sobre lo que estaba bien y lo que estaba mal, lo correcto e incorrecto, una moral establecida, y fue capaz de sintetizar los 10 mandamientos en una frase: «ama a Dios sobre a todas las cosas«, que no solo aporta el valor de sintetizar, sino también cambia la visión desde un “no” a un “si”. Por que el lenguaje cambia realidades.
Guy Kawasaki en la actualidad es quien defiende la síntesis, y entre las cosas que recomienda está la idea de construir un mantra para la empresa, que afirma incluso es mucho más valioso que una misión.
Pero recordemos los orígenes de la palabra… Un mantra en sus orígenes es una fórmula verbal sagrada, que se repite en la forma de plegaria, meditación o encantamiento. La palabra en sánscrito proviene de «MANAS» (MENTE) Y «TRIATE» (LIBERAR). Se usa en meditación como forma de liberar la mente al concentrarse tan solo en su repetición.
En el ámbito de los negocios, lo podemos utilizar para alinear las creencias de quienes trabajan juntos, de esa manera «liberan la mente» en el sentido de que dan un foco claro al momento de tomar decisiones (desde las más cotidianas a las más estratégicas). Hace más difícil que se dé la dispersión y que en cada momento cada persona aplique la creencia o valor que personalmente considera más oportuna. .
Un mantra va a lo medular, es una frase que cualquier empleado podría identificar como propia. Kawasaki incluso declara que SI HAY QUE ESCRIBIRLO o REFORZARLO de alguna manera NO ES EL MANTRA CORRECTO.
Importante es no confundir un Slogan con un mantra, aunque muchos lo son, hay mantras que terminan siendo slogans (como el de Adidas imposible is nothing, o el de Apple think diferent)… vale la pena no confundir ambos, el mantra sirve de guía a los empleados y da significado y valor a lo que hacen, el slogan en cambio puede ser concebido solo para los clientes.
Pero desde nuestra visión el proceso en sí de crear un mantra en conjunto pasa a ser valioso. El aprendizaje en las organizaciones se da cuando un grupo, especialmente de líderes, conversan y se convencen de una determinada «verdad». Como están «convencidos» lo transmiten y encuentran «adeptos» dentro de la organización y comienza a darse de manera natural una alineación a esos valores y principios.
Lo que ofrecemos con nuestro producto DEFINE es generar los espacios para que suceda porque a medida que las organizaciones crecen es mas difícil y lento que se de espontáneamente. Crear un mantra promueve una conversación del tipo de por qué hacemos lo que hacemos, qué nos define, qué queremos ser.
Tener como desafío plasmar en una frase el espíritu de su empresa. Poner en palabras y así descubrir (en terminos de mirar algo que ya está ahí) la identidad de su empresa. Para lograrlo proponemos escuchar a colaboradores, jefaturas, clientes, proveedores y a los gerentes y directores (INICIA). Para luego de manera colaborativa lograr la síntesis de aquello que son y quieren ser, en la forma de un mantra, para que al ir repitiéndolo se cree y se recree la realidad que nombra y alimente el espíritu de esa identidad.
Claudia
Enacción 